viernes, 30 de octubre de 2015

EL EGO.- PARTE 2.

Como ya he descrito, continua el Dr. Tiebout, el hecho de tocar fondo para producir una rendición que reduzca el ego a su tamaño real se hizo evidente en forma muy rápida. Con el tiempo se manifestaron dos hechos adicionales. El primero, que un ego reducido tiene maravillosos poderes de recuperación. El segundo, que la rendición es una función disciplinaria y una experiencia esencial.

El primer hecho sólo repite algo que es conocido por todos ustedes. Es un lugar común que el retorno del crecimiento del ego puede suceder en cualquier momento. Los años de sobriedad no son un seguro contra su resurgencia. Ningún A.A., sin importar su vete­ranía, puede bajar su guardia contra los golpes sostenidos de un ego que revive. Recientemente un A.A., escribiéndole a otro, le informaba que estaba sufriendo de, "halo-tosis", en referencia a la autocom­placencia y envanecimiento que pueden tan fácilmente hallar cabida en el individuo que tiene muchos años de sobriedad en su favor.

El creer que se tienen todas las respuestas, o lo contrario, que no se necesita conocer ninguna respuesta, sino únicamente seguir el programa de A.A., son dos indicadores de problemas. En ambos casos está notablemente ausente la mente abierta. Tal vez la manifestación más común del retorno del ego se manifiesta en el individuo que cae de su nube rosada, ese estado mental tan familiar para todos ustedes. El estado de nube rosada es una cosecha lógica de la rendición. El ego, que está lleno de problemas, se da por vencido, y el individuo siente paz y tranquilidad interior. El resultado es una enorme sensación de bienestar y descanso, y la persona rápidamente se siente en una nube rosa y cree que ha encontrado el cielo en la tierra.

 Todos saben que está propenso a una recaída. Pero tal vez no sea igualmente claro que es el ego, que vuelve lentamente a su posición inicial, quien fuerza la caída de esa nube a la arena de la vida donde, con la ayuda de A.A., puede ahora aprender a convertirse en una persona sobria y no en un ángel. Yo podría continuar con muchos más ejemplos conocidos por todos ustedes, para mostrar el peligro de creer siempre que el ego está muerto y enterrado. Su capacidad de renacimiento es pavorosamente sorprendente y nunca debe olvidarse.


Y finalmente:



El simple acto de la rendición puede producir la abstención por su efecto retardador en el ego. Infortunadamente, el ego siempre volverá a mostrarse a menos que el individuo aprenda a aceptar una forma de vida disciplinada, con lo cual esa tendencia de retorno del ego estará controlada permanentemente.

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