Favor de tener paciencia y leer con calma.
De acuerdo con la experiencia escrita del Dr. Tiebout, el ser humano tiene, durante los primeros seis años, que ser educado dándole forma a esa fuerza, que al igual que el espíritu, nace con el nombre de Ego, misma que cumplirá la función de ser un censor a través de los sentidos para detectar los posibles peligros a que pueda el individuo exponerse, es decir, que el Ego es una fuerza que se manifiesta en temores preventivos.
Al ignorar que función cumple el Ego en el desarrollo del hombre, así como el papel tan importante que juega en la vida de éste, inconscientemente se deja que esta fuerza se apodere del individuo, destruyendo en él todo intento que el espíritu pueda hacer para ocupar su lugar de conductor del vehículo en el que viajan ambas fuerzas; de ésta forma, el espíritu es desplazado por la fuerza del Ego, ya que este se alimenta con los deseos de los instintos y esto no le causa ningún esfuerzo ni sacrificio alguno; de tal manera que cuando el Ego se apodera del individuo, el Espíritu, que es el auténtico SER , desaparece casi por completo, y el Ego es el que trata de ocupar este espacio que le corresponde al SER GENUINO, iniciando el Ego una carrera loca en busca de suplantar al “DIOS” que llevamos dentro, que es el autentico ser: pretendiendo llevar este espacio abandonando por el hombre con nombramientos, títulos para revalidar su carencia de ser interior, y se ostentará como el licenciado, el contador, el arquitecto, etc., a veces tratará de ser reflejo de lo que es otra persona, soy hermano del doctor, del presidente, del coordinador, etc., en su familia hará valer lo que piensa que es, soy tu padre, soy tu esposo, soy tu hijo, etc.,.
Estas manifestaciones del Ego son tan equivocadas como las que proceden de los complejos de inferioridad; soy el peor, el más feo, el más pobre de la familia, el patito feo, el último, etc.; ambas apreciaciones son producto del Ego y por consecuencia inciertas. Todo esto se da, después de los seis años, por no haberse educado desde el punto de vista espiritual, es decir, hacerle conocer al niño, que existe una superioridad que rige el universo y que este es el encargado de proveer tanto la vida como los elementos que se requieren para la misma. Por otro lado, es necesario ir haciendo, en forma paulatina, el desplazamiento de ese dios equivocado que ha concebido el niño en sus primeros años de evolución, al pensar que sus padres son dioses y por consecuencia están obligados a satisfacerle todos sus requerimientos; con esta concepción equivocada se comienza a correr el riesgo de que el Ego de este infante crezca en forma inmoderada, separándole, cada ves mas, de los demás: por lo que cuando se percata de las limitaciones que tienen sus padres físicos, va recibiendo frustraciones que lo llevan sin desearlo al enjuiciamiento de sus progenitores, y por este simple hecho se va quedando cada ves mas en una soledad que solo puede ser llenada por LA FE y el descubrimiento de la existencia de ese Poder Superior del cual no se le ha enseñado.
El crecimiento del Ego, a partir de los seis años en adelante, si no es educado en un “vientre espiritual”, es decir, entendiendo a la familia como el primer contacto que este embrión en formación espiritual tiene, y la familia como la fuente de su evolución, para darle identidad como ser y la seguridad de poder ser, es porque no le fue debidamente puesta en su oportunidad en el vientre familiar su esencia de ser, es decir de ser hijo de Dios, y como tal, ser uno mas en este mundo con derecho a todo lo que en él existe al igual que todos sus demás hijos.
Una vez concebido lo anterior, el ser humano no tiene pretexto para lograr en su vida la felicidad, ya que no tendrá las excusas del Ego, que son parte de la personalidad insegura; es que no se, no puedo, y si lo pierdo, etc. Ya que haber encontrado un lugar en este mundo le da derecho a disfrutar lo que en él hay.
Es el Ego una fuerza nacida de los instintos, cuya ventana al exterior es la mente del individuo que le da vida, es decir, el vehículo que hace posible su manifestación; de ahí que los problemas de tipo mental y físico que el individuo tiene, se deben precisamente a las exigencias irrazonables de esta fuerza, que logran en algunos casos, causarle la muerte al vehículo que la transporta, toda ves que su manifestación es a través de temores y miedos de tipo patológico, que en la mayoría de los casos provocan infartos y otros males al individuo que genera los miedos descoyuntados, es decir, miedos nacidos de la imaginación enferma de un egoísta recalcitrante.